En una nueva muestra de carácter y fútbol, despachamos a otro de los “cucos” del torneo y alcanzamos los 30 puntos, quedando quintos a tan solo una unidad de Temperley.
Con decisión para sostener el sueño de ascenso, Ferro salió a comerse crudo a Estudiantes de Río Cuarto. No había licencia para flaquear ya que el conjunto cordobés llegaba en buena forma y con la intención de destronar a los “bohemios” de la punta.
Desde el pitazo inicial los guerreros de Cordon sometieron a su rival y producto de esa vehemencia, Toloza abrió el marcador en apenas dos minutos de juego. Inesperado por lo tempranero, pero lógico por la actitud demostrada.
Se esperaba una reacción de la visita, pero nunca encontró el pegamento que uniera sus líneas y caía víctima de la templanza de Gómez para cortarles el circuito en el mediocampo, de la solvencia y garra de Mazur para bloquear su sector y lanzarse a la ofensiva, del merodeo constante y peligroso de Toloza, de Bordacahar siendo una topadora que arrastraba marcas y abría los espacios para que asome el oficio del Tesuri.
Sin embargo al verdolaga le costaba ampliar el marcador y Estudiantes, tratando de aprovechar algún error, podía complicar el panorama. Y casi sucede a los 19 minutos cuando Grana pierde el balón en la ofensiva y Zbrun encuentra fortuitamente el pique de Ferreira, que al escapar de la marca de Canto y Olivarez quedó mano a mano con Bailo y por la gran pericia del arquero de Oeste, vió frustrado el empate.
Los Celestes tuvieron a partir de esa aproximación un momento de claridad pero eso no redundó en demasiadas complicaciones para la defensa local y rápidamente Ferro volvió a tomar control de la situación, buscando aumentar la cuenta a través de todos los medios posibles.
A los 39′ luego de otra pelota parada, como sucediera en el primer gol, llegaría el desahogo en el Templo gracias a la “Joya” de mil pulmones: Renzo Tesuri. El que aparece siempre en los momentos clave capturó un rebote que transformó en bombazo para romper la red y echarle más combustible a la ilusión.
En el complemento bajó la intensidad del trámite y el conjunto de Caballito se dedicó a conservar energías y mantener el dominio del balón sin tanto vértigo, observando que su rival no lograba fluidez ni agresividad.
La expulsión de Benavídez a los 19′ supuso una herida de gravedad para Estudiantes y la oportunidad inmejorable para Ferro de liquidar el trámite. Pero el tercer gol, que se olfateaba, se sentía en el aire que estaba al caer, no llegaba. El “Chapu”, Busse y Tarasco dilapidaban las ocasiones que su contricante desarmado, con un hombre menos y pocas ideas le ofrecían.
A los 41′ cuando parecía que el partido se iba sin más novedades y lo probable era completar una tricota, Cainelli se hace del rechazo de Canto tras un córner y sin demasiada convicción, con la mira puesta únicamente en el esférico, le pegó rasante al suelo con una rosca envenenada que rebotó en los pies de Olivarez y Mazur para lograr un descuento impensado.
La historia giraba dramática para albergar un desenlance incierto.
Estudiantes forzado por esa vuelta del destino fue por la heroica con imprecisiones y pelotazos infructuosos, mientras Ferro trataba de apuntalar la victoria sin pasividad y sosteniendo el ritmo incesante.
Finalmente la victoria, merecida y vital, se teñiría de verde para que ese pueblo resiliente del centro geográfico de la Ciudad siga cantando por sus calles: “Que de la mano del Gordo Cordon…”
100 PARTIDOS…
