En el hemisferio norte, en ciudades de Canadá y Estados Unidos, cada 2 de febrero se celebra el Día de la Marmota. La tradición da cuenta del comportamiento del roedor para predecir el fin del invierno. Dicho evento fue inmortalizado en una película protagonizada por Bill Murray allá por 1993, cuyo argumento lo hace repetir el mismo día cada mañana.
Y para rendirle honor a tan dichosa cinta, Ferro tuvo otra vez su Día de la Marmota; en el cono sur, en una tarde veraniega de Buenos Aires, ante su público que tan sólo se conforma con ganar aunque sea de local y entrar al reducido por el ascenso. Que ya no está exigiendo una campaña descomunal y arrasar. Espera lo mínimo y necesario que la historia del Club exige. El mismo que ya no aguarda la construcción de un estadio faraónico, como muestran las imágenes de la maqueta que circula desde hace más de 4 AÑOS. Espera que su espacio de aliento no brinde la imagen de un terreno baldío y le regale una alegría.
Por eso, por tanta pena acumulada y algo de piedad, su expectativa es ver ganar al equipo en casa. Pero como en el Día de La Marmota, todo siguió el camino del tedio al que nos han malacostumbrado.
En el primer partido post-receso, Ferro había conseguido hacerse de la victoria momentánea a través de un penal (dudoso, pero fallo favorable al fin) que ejecutó formidablemente el marcador central devenido en volante Gabriel Díaz.
Un fierrazo que en 20 minutos de juego, le ponía algo de de justicia a un trámite en el que Oeste había mostrado una leve superioridad.
Se justificaba el 1 a 0 y el derecho a gozar de una mayor diferencia, por la movilidad y el temple de Bordacahar para pelear todas las bochas arriba, limpiar de marcas a sus compañeros y tornarse referencia en el ataque. Amén de que debió redoblar esfuerzos ya que su partenaire Enzo Díaz no tuvo una buena tarde y terminaría retirándose lesionado. También, Ferro merecía más por la labor de Tesuri en el sector derecho, siempre aportando dinámica y fuerza para hilvanar juego en los últimos 3/4 de campo y el correcto manejo de los tiempos por parte del “Laucha” Torres, con sus centros y remates de larga distancia (estrelló un tiro libre en el travesaño).
Pero la puntería no estuvo afinada en el conjunto verdolaga y se iría al descanso ganando por la mínima. Gimnasia de Jujuy con su repertorio mezquino, le daba alguna que otra esperanza a Ferro para estirar la brecha y por fin cantar victoria.
Ferro no salió en el complemento con la misma intensidad aplicada en la primera mitad y la visita se encontró rápidamente aprovechando las ofertas del Outlet Verde. En 6 minutos, Martiñones se deshizo fácilmente de Lazzaroni y en soledad definió ante la presurosa salida de Andrés Bailo para lograr el empate.
Baldazo de agua fría, pero de la mala, no para apaciguar el atardecer estival. Los dirigidos por Orfila, con Barranco en cancha por Enzo Díaz, no podían recuperar el vigor necesario. Tesuri aumentaba su esfuerzo, pero también exponía su cansancio. Desde el banco las respuestas no llegaban. Recién a los 36′ Orfila trocó a Gastón Ada por un poco lúcido Asprea. Pero nada cambiaba. Solo un cabezazo de Barranco inquieto apenas a De Giorgi, mientras que el “Lobo” dilapidó tres chances claras que parecían marcar un inexorable destino de empate al encuentro. Pero no, la parcialmente renovada
defensa verdolaga tenía que inscribir otra página más en sus crónicas de terror. En tiempo de descuento, Olivarez comete foul en las postrímerías del área dejándole servido un tiro libre de riesgo al rival. El desenlance del centro fue un frentazo solitario de Córdoba para quebrar el marcador y dejar atónita a la parcialidad local.
Ferro sigue atrapado en su Día de la Marmota, pero al contrario del protagonista del film no aprende de los errores y vuelve a tropezar una y otra vez con la misma piedra, alejándose más y más
de la oportunidad que el próximo amanecer sea un 3 de febrero.
Goles: PT: 19’ G. Díaz (FCO) penal. ST: 6’ Sufi (GJ), 47’ Córdoba (GJ).