Sí, la parada en el reducto de Villa Dálmine era más que complicada aunque algunos podían llegar a subestimar al rival recién ascendido de la “B” Metroplitana. Muy jodida para ser más exactos.
Porque Ferro había dejado pocas certezas en su fallido debut con el otrora ascendido Atlético Paraná, dónde supo dar vuelta el marcador pero lo perdió a merced de su falta de espíritu y confianza para mantener un resultado que por historia sonaba lógico. Pero por el presente y pasado reciente no.
Con el equipo de Campana que llegaba envalentonado tras golear en Santiago del Estero y un verdolaga que seguía con el lastre de un nefasto 2014 y debió afrontar una semana de trabajo psicológico más que futbolístico, la parada se presentaba más que brava. Por fortuna el desarollo se dió de una manera totalmente opuesta a lo que podía vaticinarse.
Los primeros 15 minutos dieron cuenta de un Ferro ordenado y con ideas claras. Concentración en la última línea, lucha en el mediocampo y salidas rápidas para aprovechar la habilidad de Bazán y el atosigamiento constante de Salmerón y Gómez para imponer presencia en área rival.
Lo que aparentaba una propuesta a largo plazo se cristalizó inmediatamente en la jugada individual del 10 de Oeste que a partir de una carrera iniciada en mitad de cancha fue superando barreras y con un remate cruzado estampó el 1-0 que presagiaba una pascua de resurrección anticipada. El local con más empuje que ideas fue a buscar rápidamente la igualdad e intentó desacomodar el equilibrio que la visita estaba ensayando. Pero le dejaba abierta las puertas del contragolpe porque Bazán estaba fino, Gómez exigía y Vernetti le daba criterio al tratamiento del balón.
Y la exigencia de Gómez en combinación con su gambeta estremeció a la defensa de Villa Dálmine y encontró a Bazán solitario para el segundo grito a seis minutos del cierre de la primer etapa.
Ferro encontraba los espacios y volvía a sumar confianza y actitud, dos ausencias que se extrañaban hace rato por Caballito.
La segunda mitad se iniciaba con un gol anulado al marcador central Valdez y el fantasmita del sufrimiento asomaba picaresco. Hasta que el “Pupi” Salmerón aprovechó las manos de manteca de Kletnicki y convirtió la alegría en delirio cuando apenas iban 7 minutos.
A partir de ese momento el once verdolaga se tranquilizó, tal vez en demasía, resignó el dominio de la pelota para sacar provecho del apuro de Dálmine por descontar, que lo logró mediante Renso Perez y no encontró más en Bazán ni en Gómez las respuestas para salir de la presión local.
El “Violeta” tampoco tuvo los conceptos claros más que intentar esos centros que a Ferro le siguen causando dolores de cabeza y el trámite lentamente fue perdiendo ese ida y vuelta entretenido de los primeros 45 minutos, otorgándonos el respiro de sumar los primeros tres puntos del torneo y sacudir un poco la mufa acumulada.
Finalmente, Ferro no fue más de lo mismo. Tuvo aciertos y errores, pero demostró en gran parte del desarrollo la actitud y la aptitud que el hincha merece ver en un campo de juego.