Luego de ir en desventaja, Ferro dió vuelta la historia en los últimos minutos y de forma heróica consiguió su segunda victoria consecutiva, tras una racha negativa que lo alejó de los puestos de vanguardia y agravó la situación con los promedios.
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Foto: Diario Olé |
La previa del encuentro con Los Andes venía cargada de cierto optimismo, tras la clasificación en la Copa Argentina y la vuelta al triunfo en Caballito frente a Unión de Mar del Plata que ayudaron a descomprimir el tenso momento que se vivía por la pobre producción futbolística y la ausencia de resultados favorables.
Por eso este encuentro necesitaba ser ganado si o sí. Tenía que continuar el regreso a la actitud de las primeras fechas, y demostrar de visitante y frente a un rival que presentaba un grado mayor de complejidad que los marplatenses que se podía dar una imágen de equipo con ansias de protagonismo y superación.
En los primeros minutos disputados en el reducto de Lomas de Zamora fue el conjunto verdolaga quién parecía tomar la iniciativa y crear las situaciones más nítidas para abrir el marcador. El milrayitas sólo buscaba inquietar mediante centros que siempre eran rechazados por los defensores de Oeste o interceptados por Limousin. Era Bazán quién le ponía pimienta al partido y provocaba todo el riesgo para merecer el gol.
Pero de a poco se fue acomodando el local y de la mano de Cisterna se emparejó el partido. Y con un asistencia de él hacia Noriega que con una palomita se aprovechó de una grosera desatención defensiva en el verde clavó el 1-0, cuando la primera etapa parecía culminar empardada.
El gol desorientó aún más a un Ferro que había perdido el ímpetu y el manejo de balón de los primeros veinte minutos. La desventaja obligaba a una relectura del juego y en cierto modo a quemar las naves porque lo único que servía era ganar.
Los Andes arrancó el complemento decidido a liquidar la historia. Pero continuó probando con la misma fórmula de centros, centros y centros, buscando más que nada el error en la última línea verdolaga. Por suerte ésta arrancó afianzada y al bloquearle todas las vías posibles a los delanteros locales se fue diluyendo toda posibilidad de agrandar el marcador.
Apenas pasados 15 minutos, y con el trámite navegando en aguas tranquilas, Ferro necesitaba ponerle un poco más de furia y determinación a sus intenciones ofensivas para lograr el empate. Oportunamente en ese instante Broggi saca a Braian Aquino, que sobraba en el esquema ya que no aportaba demasiado ni en la contención ni en ataque, y mete a Víctor Gómez que podía acompañar con más presencia a Salmerón y entenderse mejor con los más habilidosos, leáse Bazán, Coll o Vernetti.
Si bien a Ferro le costaba llegar con claridad, actitud no le faltaba al equipo ya que ejercía buena presión y se recuperaban muchas pelotas, que no podían traducirse en eficacia a la hora pisar el área. La derrota se estaba volviendo en cierta manera injusta, porque la vocación de ir al frente era del verde. Un poco obnubilados y nerviosos pero llenos de actitud, esa palabrita que siempre le pedíamos a este equipo que no resigne.
Y la constancia en mantener la actitud a pesar de la adversidad tuvo su premio en la agonía de un partido que parecía tener el destino sellado.
Corrían 33 minutos y el esquema táctico de Ferro ya era levemente diferente al del inicio. Con Vernetti ocupando el lugar de doble cinco que cumpía el relevado Aquino, pero más adelantado y más cómodo que las veces que tiene que ir sobre la banda derecha, y con un Gómez que se mostraba hambriento de recuperar la titularidad fue edificándose el milagro.
El rosarino toma el balón en mitad de cancha y observa que el ex-Douglas Haig se perfilaba muy bien hacia el arco defendido por Gagliardo y sin dudar ensayó un lanzamiento que cayó justo en el pecho del delantero que inteligentemente la acomodó para servirse el remate y clavar la igualdad.
Revivía Ferro y Los Andes perdía definitivamente el control del juego. ¿Alcanzarían poco más de 10 minutos para dar vuelta el resultado? Sí porque Vernetti se movía libre por el mediocampo marcando por donde debían ir las esperanzas y Gómez tenía mucho hambre de gol. Se sentía en el aire que una apretadita podía desembocar en un resultado impensado.
Y fue así nomás. Vernetti sin ataduras se inclinó nuevamente a la derecha y envió un pase a larga distancia para Gómez que le ganó la espalda a Segovia, enganchó ante la marca de García, entró al área y definió ante los centrales milrayitas que no tuvieron reacción. Golazo maradoniano, messianico y delirio total en el banco verdolaga.
Se dió el milagro y Ferro pudo lograr una segunda victoria al hilo en el certámen que alivia en la lucha de los promedios y mantienen la expectativa de una mejor colocación en las posiciones generales.
Se dió uno de esos resultados que se necesitan para volver a creer y comenzar otra racha, una positiva. Ojalá este triunfo de ribetes épicos, sea la piedra fundamental para algo mucho más grande.
Que sea una respuesta definitiva a quienes oportunamente marcamos los errores y llamamos la atención, quienes nos embrocamos con la ausencia de actitud y declaraciones subestimando la angustia del sufrido hincha.
Que sea un bálsamo reconfortante a aquellos que depositaron su fe ciega en estos jugadores y cuerpo técnico.
Que sea lo que Broggi y estos jugadores quieren ser.
Pero que vivan recordando que la actitud nunca se negocia.
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