Un dolor de cabeza

por Redaccion EV

Mal partido de Ferro en Gualeguaychú. Principalmente por dos aspectos básicos:  se agudizó la crisis de eficacia para concretar situaciones clarísimas (que esta vez no abundaron pero las hubo) y volvió el fantasmita de esos partidos abúlicos e irritantes del 2014.

La imágen que dejó el conjunto de Broggi distó mucho del promedio de las presentaciones aceptables que vimos en el desarrollo del presente torneo. La defensa cometió errores gravísimos, técnicos y conceptuales, que derivaron en los goles del rival y en otros intentos que por suerte no abultaron el marcador. 
En el primer gol Zampedri, uno de los jugadores a los que había que prestarle más atención, fue un busca del centro tras un tiro libre dónde se aprovechó de Mozzo, que no lo retuvo en primera instancia, y luego de Casais a quién le ganó la espalda en el área chica ante la impávida mirada de Albil que nada pudo hacer ante el derechazo del delantero entrerriano.
Luego en el complemento, el mismo Zampedri sacudiría la red con un fierrazo ensayado desde el borde e la medialuna, escapando de un Frontini que lo dejó moverse con libertad y le permitó acomodarse para elegir su mejor perfil y la lentitud de Achucarro para cerrarle el camino y aunque sea molestarlo un poquito.
Ambos goles llegaron en los mejores momentos de Ferro en el partido, transformándose cada estocada en una prueba a la fortaleza anímica y mental del equipo. No hablamos de mejores pasajes futbolísticos, sino más bien de buenas intenciones ayudadas por la pasividad del rival que prefirió no incurrir en el gasto físico.
No fueron muchas las situaciones de gol, porque los encargados de generarlas se ausentaron, rindieron en cuentagotas y definieron muy mal en el momento de encontrarse mano a mano con Perelman.
La única vía que encontró Ferro para llegar de manera efectiva al gol en la tarde Gualeguaychú, fue un penal dudoso (y bueno, alguna vez nos tenía que favorecer estos malos arbitrajes !!!!) a los dos minutos de los cuatro adicionados por Alejandro Castro. Lo convirtió Víctor Gómez, que pudo sacarse la mufa tras 10 fechas de sequía y miles gritos ahogados. El 2 a 1 puso algo, apenitas no mucho, de suspenso a un partido ya condenado a la derrota verdolaga. 
Bronca y desazón fue el saldo de una tarde que nos hizo acordar a ese pasado reciente plagado de frustraciones. El camino aún es largo, pero los errores cometidos, las pobrísimas actuaciones colectivas e individuales, la preocupante falta de gol, son un toque de atención inevitables para enderezar el volante y volver a prenderse en la pelea de los primeros puestos.

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