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Seguimos abrazados a la ilusión…


En el turno de ida por la semifinal del segundo ascenso, Ferro consumó una buena actuación en Tandil frente a Santamarina que arrancó ganando con un gol a los 2 minutos del primer tiempo.
El madrugador zapatazo de Arnaldo Gonzalez que dejó sin reacción a Limousin, estuvo lejos de causar desesperación o desorden en el verde. Si bien preocupó, porque el aurinegro se mostraba confiado y con la intención manifiesta de monopolizar el balón, el desarrollo iría lentamente inclinándose para el lado de Caballito. Y poco menos de 10 minutos después, aparecería la actitud atenta de Vernetti para robarle la posesión a Mariano González en las postrimerias del área local. Ni bien tuvo ángulo para fijar el disparo, el rosarino no dudó y decretó el empate que lo celebraría en una carrera alocada hacia el sector donde se ubicaba un grupo de hinchas “neutrales” muy verdes.
Alambrado, reacción y después. 
La comunión de Vernetti con los viajeros verdolagas que dejaron la “neutralidad” a un lado para justificar cuatro horitas y pico de ruta, encendió los motores de la remontada de Ferro.
El “Dale Oeste” quería hacerse oír entre los tambores y cánticos del anfitrión. Y allí comenzó a surgir la figura de Alderete para hacerse amo y señor del mediocampo, cortando y distribuyendo como un verdadero “Señor 5”. Se enchufó Bazán para sostener una sociedad con Víctor Gómez que se volvía imparable cuando ponía sexta a fondo. Y ni hablar del merodeo y sacrificio bajo una tríada de marcadores del “Pupi” Salmerón que alternaba entre el trabajo sucio de abrir espacios para sus compañeros y la búsqueda de la posición ideal para apuntar sus cañones a la red.
Y en un lapso de 25 minutos con intenciones bien claras y sabiendo que tenía varias cartas para quedarse con la victoria esa noche, Ferro desarrolló un juego inteligente que daría sus frutos.
Gómez le marca a Salmerón que está solito desequilibrar en el area y el “Pupi” con un certero pase entre líneas lo habilita, el “Indio” devuelve gentilezas para que el cordobés la baje de pecho y clave un derechazo fulminante para reverberar la ilusión.
Ferro parecía tener todo bajo control, aunque la escuadra tandilense no se rendía y reclamaba una vuelta al protagonismo del trámite. A través de Michel y Scoppa buscaba sorprender de contragolpe apoyándose en las virtudes ofensivas de Curuchet y Telechea que tal vez no representaban demasiado problema en el juego al ras para el verde, pero sí en los envíos aéreos. Ahí sufrían los de Broggi y por ahí llegó sobre el cierre de la primera etapa el empate de los locales. Córner envenenado de Arnaldo Gonzalez desde la izquierda, peinada de Azcarate sobre la humanidad de Mazur para la repentina aparición de Telechea que escapó de la vista de Mozzo y sellaba el 2 a 2.
Sin ventajas
El segundo tiempo no varió demasiado en cuanto a las propuestas.  Ambos equipos no se conformaban con el empate. Todos querían ganar y ninguno dió muestras de rendición hasta el pitazo final.
Ferro siguió intentando con la misma fórmula pero fue sintiendo el cansancio del esfuerzo realizado en la primer mitad. Cuando Vernetti ya había dado lo mejor de sí y un poco para resguardalo físicamente, Broggi mandó al campo a Medina. El ex-Armenio mantuvo el libreto de tapar las salidas por su sector y sumarse al circuito ofensivo compuesto por Bazán, Gómez y Salmerón.
Dilapidaba un par de chances Ferro que tenía ganas de sufrir lo menos posible en el partido de vuelta. Del otro lado el conjunto de Gustavo Coleoni ya no podía vulnerar con los bombardeos aéreos para sorprender a Limousin.
A menos de 15 minutos para el final, Broggi probó una nueva variante para poner un poquito más de fútbol que de vértigo haciendo ingresar a Ezequiel Pérez por un exhausto Víctor Gómez. Pero la pelota ya estaba “pipona” y toda la expectativa se concentraba en esperar el nacimiento de alguna jugada milagrosa en un trámite estancado en la zona de volantes y el pelotazo que  amenazaba con volverse moneda corriente.
Un tiro libre a favor de Santamarina en la agonía del partido, paralizó los corazones de todos los verdolagas que pegados al alambrado en un codito de tribuna, mezclados entre enervados plateístas tandilenses, apostados en palcos de prensa abarrotados,  y como quién suscribe aguantando la temperatura bajo cero desde esa terraza por encima de las cabinas de tranmisión, resumimos en tres segundos plegarias de toda índole y religión.  Hasta el más acerrimo ateo se persignó. No pasó nada terrible y celebramos. Volvimos con la esperanza y el corazón contento por un equipo que se brindó en cuerpo y alma. Desafiando esas restricciones a la fiesta del fútbol, coreando por la avenida Rivadavia ajena y sin temor a represalias “Vamos a volver”, soñando. Abrazados a la ilusión.

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