Fútbol

Final del ciclo Sara con otra derrota en casa

Todo lo que puede salir mal puede terminar peor. Y anoche el conjunto de Caballito se encargó de apelar a esa máxima y dar por concluida la fallida conducción de Juan Manuel Sara.

¿Es necesario hablar del partido y realizar un análisis exhaustivo sobre el mismo? No. Y si lo hiciera tranquilamente podría hacer un copy & paste de los comentarios vertidos en este sitio durante las últimas dos décadas.

De lo que tenemos que hablar no es de las consecuencias, las que siempre terminamos lamentando y nos hacen ingresar en un loop infinito de rescisiones y renovación de esperanzas vanas.

Tenemos que hablar definitivamente de las sucesivas malas decisiones y la ausencia de un proyecto serio para devolver a Ferro Carril Oeste a la vanguardia del fútbol argentino.

Los errores siempre son los mismos, se viven remarcando fecha tras fecha, año tras año y los encargados de encauzar los destinos de la principal actividad deportiva del club parecen nunca tomar nota de los mismos.

Anoche fue Juan Manuel Sara, uno de los pocos técnicos que se han sentado en el banco que es reconocidamente hincha y del cuál no podemos negar su fanatismo. Mañana, como nosotros, será otra la víctima del caos imperante.

Creímos que con una extensa y promisoria pretemporada era suficiente para consolidarnos como candidatos al ascenso.

Creímos que a pesar de los traspiés en el inicio del torneo, había material para repuntar y era cuestión de hilvanar una serie de resultados positivos para consolidar la idea del técnico.

Volvimos a caer en esa trampa que reza “de las malas se sale alentando”; que congeniar buenas intenciones nos llevarían a buen puerto.

Pero en ocho jornadas lo único que vimos fueron jugadores alejados de la idea primordial del exdirector técnico, esa de ser un “equipo insoportable” para el rival.

Lo insoportable fue para nosotros, que seguimos yendo a la cancha sin pedir nada a cambio más que un poco de dignidad para defender la insignia verdolaga y solo recibimos golpes constantes.

Todo fue indigno. Desde las sabidas internas en el vestuario, de las que nunca nadie hablará ni se hará cargo y que efectivamente se tradujeron sin escrúpulos en el campo de juego, hasta la inacción dirigencial por carecer de un plan B ante lo que se presagiaba como inevitable.

Tan indignos que no se merecen ni palabras de rechazo.

Solo recordarles que podrán romper todo, menos nuestra pasión.

DANIEL E. SILVA

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