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Abrazados a la ilusión

Foto: Fútbol Para Todos

La tarde-noche del sábado estuvo empapada no solo por la lluvia, sino por emociones diversas que abarcaron los 90 y pico de minutos en disputa. Futbolísticamente hablando, Ferro tal vez no haya sido demasiado superior a su rival, que también llegaba al match con sequía de triunfos y además con la desesperación de no perderle pisada al puntero Patronato y mantener su condición de escolta.

Al verdolaga le costó en un principio amoldarse a las ausencias de Alderete en el mediocampo y Frontini y Achucarro en la zaga central. Sainz e Incorvaia tuvieron un arranque titubeante, cometiendo algunas desprolijidades y errores conceptuales que por suerte no fueron bien capitalizados ante el acecho permanente de Tellechea o Curuchet, los hombres más peligrosos del conjunto tandilense. Cuando la última linea se veía sobrepasada Limousin siempre ofreció una respuesta formidable cada vez que su valla corría el riesgo de ser vencida.

Ferro comenzó de a poco a establecerse en el terreno, alimentándose del sacrificio y la vocación ofensiva de Salmerón, las ráfagas de Vizcarra, y la tarea descomunal de Braian Aquino que fue un pulpo recuperando y hasta se envalentonó para distribuir el juego.

Otra clave que cimentaría el triunfo verdolaga, fue el trabajo por la banda izquierda de Mazur, impasable por su sector y proyectándose cuanso su tarea defensiva mermaba. De esa manera discurrieron los primeros 20 minutos: un trámite de ida y vuelta con ambos equipos tratando de prevalecer en su superioridad. No había grises en las ambiciones de Broggi ni Coleoni, no cabía la mínima posibilidad de dar paso a especulaciones.

En esos instantes donde el que abriera el marcador obtendría las probabilidades más altas de llevarse los tres puntos, apareció la cabeza de Vizcarra conectando un tiro de esquina ejecutado por Vernetti para poner el 1-0. En el momento justo, en el arco indicado para que el grito de gol se transformara en una comunión con la hinchada verdolaga que recibía ese premio por el aliento incesante.

En el segundo tiempo, ya con una lluvia permanente y copiosa, Ferro se dedicaría a sufrir un poco mas que en los primeros 45. La visita arrancó convencida de recuperar dominio en las acciones y por distintos pasajes del encuentro lo logró. Tal vez sin proponérselo, el verde fue retrasándose algunos metros, intuyendo que la desesperación de Santamarina por lograr la igualdad dejaría espacios para el contragolpe. Y así transcurrió el complemento.

El conjunto tandilense buscando con sus mejores armas torcer la historia y el alma de Oeste luchando por neutrlizar el asedio y demostrar  la personalidad suficiente para vencer a uno de los escoltas del torneo y justificar su aparición en los puestos de vanguardia.

En el epílogo, Ferro no sólo justificaría su carácter de equipo duro de roer; con un pique tremendo del incansable y sacrificado “Pupi” Salmerón, y su posterior asistencia al “Tati” Coll para que defina y deje sin chance a Requena al sellar el 2-0, también le diría al contricante: “Acá estamos, poniendo 111 años de historia en su lugar”.

Y de eso se trató el fútbol de Ferro en esa noche de felicidad, donde los tablones de la tribuna local escucharían por última vez un grito de gol, donde celebramos estar vivos y reverdenciendo a pesar de los errores o merecimientos circunstanciales. Se trató, de ver la camiseta reflejando sacrificio, solidaridad y respeto por la gloria que en más de un siglo supimos cosechar.

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