Habiendo transitado más de dos décadas en el ascenso y teniendo algunos conocimientos básicos de fútbol y de como se juega en la Primera Nacional, el presente de Ferro no puede traer menos que preocupación o la tentación de aferrarse nuevamente a ilusiones vanas que indefectiblemente conducirán a la frustración.
La sequía goleadora de Ferro muchos la podrán ubicar en una cuestion básica: la apuesta a un delantero de más o menos jerarquía como Lázaro Romero y que tuvo que sufrir una lesión previo al inicio del torneo y la ausencia de otro refuerzo de símil nivel o experiencia en la divisional para tener una alternativa viable.
La generación de riesgo ofensivo también está en el déficit, porque las llegadas al área rival son difusas y endebles. Y al pibe Benegas no le llega nunca una pelota limpia.
La idea de Grelak basada en la presión alta y la circulación rápida del balón, dura apenas 15-20 minutos y luego se va diluyendo en la intrascendencia.
A favor de la gestión, podemos resaltar cierta solidez defensiva, pero no es suficiente para ganar. Muchos dirán que esto es importantísimo y los equipos siempre se arman de atrás para adelante, pero goles son amores y no aparecen por Caballito.
Si vamos por la lógica de la paciencia y el carril de la cordura, podemos darle la derecha al DT en que todavía el equipo está en construcción, que existen mejoras y en algún momento aparecerá el sistema deseado en su pleno potencial.
Pero si canalizamos el análisis por los antecedentes y lo producido hasta el momento, estamos viendo más de lo mismo: un mercado de pases amarrete y malas decisiones en la pretemporada, ahora dirigidas por el management de Michael Etulain.
A muchos este empate podrá parecerle positivo, en mi opinión, solo continuamos presenciando la misma historia de subir una escalera hacia la nada.
Deseo equivocarme y que el futuro me haga retractar.
Daniel E. Silva
Foto: Prensa Ferro Carril Oeste