Es nuestro momento

El fútbol se trata de momentos. Más allá de los resultados, las consagraciones o las derrotas. Se trata de aprovechar oportunidades, de vencer temores, de encontrar la forma de superar al rival de turno en la mayoría de aspectos posibles.

Hoy nuestro momento es entender que hay un plantel capaz de superar cualquier adversidad, que lo colectivo prima sobre lo individual y como tal, nuestro granito de arena como hinchas ahora es dejar de lado los reproches residuales de la campaña, justos o infundados, constructivos o maliciosos, y alinearnos en este durísimo frente de batalla que nos necesita más unidos que nunca.

Entramos al reducido en condiciones adversas contra todas las apuestas, con una racha negativa en cuanto a victorias de visitante, con una merma considerable en el volumen de juego y varias dudas tácticas. Pero lo que nunca se puso en discusión desde la asunción de Jorge Cordon en la dirección técnica es la actitud. Jugando bien o mal. Nunca, incluyendo el útlimo partido de la fase regular frente con Aldosivi donde algunas voces desmemoriadas pusieron a ese ítem en tela de juicio.

La gran victoria en Carlos Casares, rompiendo la sequía de triunfos fuera de casa y ante un Agropecuario que estuvo a centímetros de jugar la final por el primer ascenso, reafirmó las intenciones de este cuerpo técnico que solo tiene en mente luchar hasta el final y entiende mejor que nadie nuestro sentir.

También reavivó al menos optimista de nosotros para decirle que no importan las adversidades y que se va dejar la última gota de sudor para lograr el objetivo máximo.

Con ese bagaje y una presión digna de la envergadura histórica que reviste a Ferro, salieron a la cancha los encargados de defender la casaca en esta ardua lucha contra los demonios internos y foráneos, ante una enfervorizada parcialidad que colmó cada espacio del Templo; ataviados en la responsabilidad de mantener encendida la llama de la ilusión para enfrentarse a uno de los candidatos del poder central de la casa madre del fútbol argentino.

En ese marco de marea verde que cubría las gradas, el verde impuso condiciones desde el arranque. Se mostró tácticamente superior al conjunto de Isidro Casanova teniendo chances inmejorables para abrir el marcador. Tuvo la más clara en los pies de Pablo Palacio en la agonía del primer tiempo y se fue al descanso en plan dominante.

El panorama se suponía alentador, pero apenas iniciado el complemento la mala coordinación para defender una pelota parada, posibilitó que Almirante ponga el 1 a 0 y se reformule todo el trámite.

Todo el esfuerzo de la primera etapa se iba desvaneciendo con el correr de los minutos y La Fragata tiraba al campo el provecho de su ventaja deportiva y su afan por dilatar los minutos durante la desesperación de un Verdolaga al que el único resultado que le convenía era ganar.

Promediando el segundo tiempo, Retamar y Mosca ingresaron para inyectarle por un lado vitalidad a la ofensiva y mejor distribución en el mediocampo a un equipo que no encontraba la forma de llegar al empate.

Oeste mejoró pero seguía impotente frente al arco defendido por Martínez. Hasta que el volante nacido en Bernal, al que todos le exigimos siempre un poquito más por su experiencia y clase futbolística, apareció con un zurdazo fulminante desde 40 metros para hacer explotar el Ricardo Etcheverri.

Para abrazarnos piel a piel con familiares, amigos y cualquier humanidad que se encontrara alrededor. Para abrazarnos con el alma con aquellos que partieron y siguen alentando desde una nube verde.

Para mirar hacia el cielo estrellado de Caballito y sentir como se concretaban las plegarias alzadas frente a un altar que carga la cruz de la pasión, contra un muro de lamentos donde se depositó el deseo de décadas, hacia al piso de lo que alguna vez fue tablón y hoy es cemento o en el corazón agnóstico que sabe que la esperanza es lo último que se pierde.

El empate de Claudio Mosca sentenció un resultado que tal vez no era el ideal, pero si el suficiente para ir al reducto de La Matanza con la frente en alto..

Para seguir reconciliándonos con la historia y convencernos que ahora el momento es nuestro.

Daniel E. Silva

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *