(Foto: El Día Online) |
Otra vez la sensación amarga se apodera del hincha verdolaga promediando un torneo. Lamentablemente, no será como el año pasado dónde la longitud del certámen y la posibilidad de ingresar a un reducido para pelear un segundo ascenso, le otorgó al cuerpo técnico encabezado por Marcelo Broggi una revancha para encauzar un camino que se le había puesto cuesta arriba.
Hoy, lamentablemente, el tiempo es apremiante y la urgencia de resultados aún más.
En el actual “Torneo de Transición”, el tránsito no parece que sea hacia una categoría superior, sino a continuar pegados al alambrado o resignados en la platea a seguir esperando al mesías que logre romper una maldición de 16 años.
En Gualeguaychú, Ferro desechó una gran posibilidad para volver a ganar terreno en las posiciones. Principalmente porque la defensa daba ventajas increíbles al conjunto local que aprovechó en el primer tiempo los regalitos de Oeste. Lenci abría el marcador definiendo en el área chica muy cómodo y con los centrales verdolagas totalmente en otra sintonía.
Luego Renzo Vera, en quizás su más grave error de toda la tarde, no sabemos que tipo de salida intentó ensayar, obsequia la pelota a Ada para que solito se dirija al mano a mano con Limousin y defina dejando sin chances al arquero.
La historia parecía que iba a desarollarse con un marcador un poco más abultado para el local que había dispuesto de mejores ocasiones y más tranquilidad para elaborar su juego. Sin embargo en un ápice de reacción llegando a los 37 minutos, Vernetti marcaría el descuento desde la medialuna con un gran definición luego de una asistencia de Navarro que al no tener ángulo para su remate decidió inteligentemente ceder la pelota al rosarino. Y no se equivocó. El 2-1 reavivó las esperanzas del conjunto de Perazzo que debía salir en el complemento con la única premisa de dar vuelta el resultado.
Y en cierta manera así lo hizo. Sin mucha lucidez táctica, ideas poco claras y más empuje que fútbol, Ferro fue arrimando peligro al arco defendido por De León. Lo tuvo Salmerón, Ojeda un par de veces y hasta Renzo Vera que casi condona su tarde nefasta con el empate.
Pero el verdolaga pagó caro esa ineficacia y tal vez el entrar tarde a disputarle el partido con decisión a un Juventud que no era ningún cuco.
Ya con poco margen para recuperar terreno en las posiciones, no queda tiempo para lamentos. Sólo esperar que Walter Perazzo pueda encontrar de una vez por todas al equipo y deje de experimentar con los jugadores en puestos invertidos. Esperar una racha ganadora y que de arriba se caigan algunos. Díficil, tan dífcil como volver a revivir en la piel el hecho de la resignación.