Tiempo de soñar

Con sufrimiento pero merecidamente, Ferro pudo vencer en Caballito al Atlético de Paraná y logró acomodarse en los puestos de privilegio en la pelea por el ascenso. Aunque todavía falta una ronda completa el verde encara de la mejor manera este último y largo trayecto en el torneo.

No fue la actuación más brillante del conjunto de Marcelo Broggi pero le alcanzó para justificar la victoria y continuar rectificando el rumbo que antes de aquel partido disputado contra Boca Unidos por la Copa Argentina parecía perdido.
 
Con la baja importantísima de Bazán, que tontamente se hizo expulsar la fecha anterior, Ferro sufrió la falta de picardía y sorpresa que el riojano sabe imprimirle al ataque verdolaga cuando los caminos se cierran y los rivales se abroquelan contra sus vallas cada vez que nos visitan. La apuesta fue por Coll que no tuvo su noche más lucida y se mostró bastante intermitente para erigirse como la figurita en la conducción y generación de juego en Oeste.

Otra ausencia fue la de Mozzo, que estuvo bien cubierta por el juvenil Aquino y que junto al experimentado Alderete se convirtió en una pieza fundamental en la tarea de recuperación y manejo de la pelota en el mediocampo. Desde ese sector se promovía la superioridad verdolaga en el trámite ya que no sólo mordían en la zona de volantes, sino que auxiliban con gran esfuerzo a la defensa cuando en algún ataque desmedido la última línea quedaba un poco desguarnecida.

El primer tiempo discurrió entre la decidida vocación de Ferro para tomar las riendas del partido y alcanzar las mejores chances de gol y la expectativa de la visita por rapiñar algún error y dar el batacazo.  Lo mejor del verdolaga pasaba por los pies de Vernetti que se convertía en el conductor y asistidor forzado y manejaba los hilos teniendo como faro al “Pupi” Salmerón, constante acechador en el área y casi única referencia en ese lugar, ya que Gómez no entró nunca en sintonía y su juego pasó desapercibido.

En el complemento, cuando todo parecía encaminado hacia el 0-0, nuevamente una asistencia de Vernetti fue la llave para irrumpir contra todos los pronósticos que se avecinaban. Apareció Salmerón que con suspenso, ya que la pelota dibujó una enredadera y no le quedaba cómoda para definir, abrió el marcador y las puertas para meterse en la discusión por el ascenso.

Hacía falta un gol y no mucho más que eso en la gélida noche del viernes. Un gol que permitiera volver a soñar y obtener ese resultado que tantas veces nos fue esquivo. El triunfo que otorga dar un paso más allá y que el técnico y los jugadores griten “Acá estamos y podemos”, después de una racha tan negativa en la que muchos, y me incluyo, doloridos por la falta de actitud y el mal juego, dejamos de creer.

Pero ahí están, dispuestos para volver a convencernos que la lucha recién comienza y que aún hay tiempo para soñar, también para aquellos que en algún momento pensamos en desterrar ese verbo de nuestro vocabulario.

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