El primer golpe que dió Atlético Paraná ensombreció el panorama de la noche y reavivó los fantasmas del torneo pasado…en realidad, de todos los torneos pasados.
No iban más de 10 minutos de juego y el marcador ya estaba corriendo en negativo para el verdolaga que con algunas caras nuevas y otras ya más conocidas hizo de partenaire a un equipo que por primera vez jugaba en la segunda división del fútbol argentino. Y como Ferro siempre se caracterizó en la última década por ser un equipo generoso con sus rivales todo transcurría hacia la misma historia sin fin que venimos soportando estoicamente los hinchas.
Dominio absoluto del conjunto paranaense, que veía como la floja y distraída defensa conformada pr Casais, Frontini, Achucarro Y Benavídez, era una invitación a ganar espaldas por doquier y hacer figura a jugadores hasta hoy ignotos para quién redacta como Vercellino, Ekkert, Noir y Lencioni.
Mientras los dirigidos por Broggi no mostraban seguridad en defensa, el mediocampo tampoco hizo mucho para compensar la situación, tanto para recuperar juego como para cortar un poco el juego simple y coordinado de Atlético.
Mozzo y Aquino fueron dos fantasmas que nunca quitaron, nunca supieron bien que hacer con la pelota en las pocas veces que tuvieorn intervenir y echaban todo el lastre a Bazán y Vernetti que debían arrancar desde mitad a cancha de manera individual para asociarse a los solitarios Salmerón y Gómez.
Ferro no estaba sincronizado, estaba perdido, pero la intervención de los únicos capaces de darle esperanzas futbolísticas al verde hicieron que se diera vuelta el marcador. Dos genialidades de Bazán definidas con precisión por Vernetti sobre el cierre de la primer etapa, nos devolvieron la sonrisa por un instante.
Ese pequeño instante de felicidad en el que la mufa arrastrada de años pareció diluirse y avivar la esperanza.
Sabíamos que Ferro no había dejado la mejor impresión, pero ganábamos, remontabamos un resultado en un santiamén y era más que suficiente para esperar una segunda etapa con mayor optimismo.
Un optimismo que duró…nada. Inexplicablemente desde un lateral, recibió la pelota Noir en el aire y la pelota fue hacia el ángulo del arco defendido por Albil, que solo atinó a hacer vista y buscar explicaciones en el cielo.
Para qué comentar el resto. Ferro mantuvo su desorden e impericia. Y para peor Bazán y Vernetti se borraron del partido, Salmerón y Gómez quedaron más solos que nunca a pesar que tuvieron unas chances tibias de emparejar el marcador. Y Paraná aprovechó para sellar otro gol y la victoria. Por suerte no entraron dos chanches quizás más claras que el propi gol y no nos dejaron más en rídiculo.
Ferro presentó nuevamente un panorama más que preocupante y nada parece haber cambiado, dejando esa brutal y dolorosa imágen de equipo condenando al descenso restando 41 fechas.
Ojalá el 14 de noviembre estas palabras, sólo sean la crónica de una mala noche y nos encontremos festejando en Santiago del Estero. Ojalá. Pero el que se quema 100 veces….